Me gusta ir de compras. Sobre todo si se trata de ir en busca y captura de la ganga. Me encanta, me apasiona , me enloquece. Me enloquece tanto que a veces pierdo la capacidad de raciocino.Se me va la olla, vaya.
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| Foto de Daquella manera de Flickr |
Soy capaz de comprar una camiseta de tirantes en diciembre o un abrigo de pana y pelo en agosto a pesar del sarpullido,si el precio lo merece. Ahora bien, todo-tiene-un-límite, incluso para mí.
No voy a compararme unos pantalones de raso acampanados de color azul pitufo por mucho que estén al 70%. Más que nada porque conservo como recuerdo unos muy similares de los 90´s en color rosa chicle, de cuando era una hortera jovenzuela. Y ahí, precisamente ahí, está el límite.
Vamos a ver, señor@s responsables de las tiendas de ropa de mi ciudad, ¿de qué c**o váis? Sabemos que durante las rebajas desempolváis la ropa del almacén y la ponéis a la venta sin ningún tipo de pudor.
Y lo sabemos porque se nota, se palpa, se siente.Hay chaquetas de piel de dinosaurio, camisetas tan pasadas que están caducadas, seguro que provocan dolores estomacales, a quien las lleva y también a quien las mira, incluso hay prendas que marcan el precio en pesetas, ¡un poco de respeto por favor! ¡al menos disimulad!
Yo creo que la frase "La moda siempre vuelve" en realidad debería ser " La moda siempre vuelve...en rebajas" porque puedes encontrar prendas de todas las épocas, desde los años de María Castaña hasta nuestros días.
Incluso el mismísimo Bershka se convierten de la noche a la mañana en algo parecido a una tienda vintage.
Pero bueno, no saquemos las cosas de quicio. Claro que puedes comprar ropa de temporada rebajada, sólo tienes que esperarte unos añitos. Quizás en la primavera-verano del 2016 puedas hacerte con aquella camisa tan mona que viste la semana pasada ¡y al 50%!.Woooowwww ¡¿no es genial?!
Si es que de verdad, ¡nos quejamos por gusto!
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