jueves, 29 de abril de 2010

Soy moderna

El otro día fui de compras y vi algo para lo que no estaba preparada. Entre los tejanos y las camisetas básicas, colgaba una prenda... La miré y la remiré varias veces, tenía que comprobar que fuera cierto. Y sí, te lo confirmo, el body ha vuelto. Esa pieza tan incómoda como antiestética que marca hasta la más ínfima de las lorzas, vuelve a estar de moda.

No sé de quién habrá sido la genial idea pero me gustaría que me lo presentaran para intercambiar unas palabras. Me lo imagino en su casa con los colegas, entre risas de esas que rulan " ¿Sabes qué sería gracioso? que pusieras de moda el body" jajajjajajaja " No hay huevos" "¡¿Qué no?!". Y ahí lo tienes, expuesto en las tiendas de ropa como uno más, fruto de una broma pesada.

¿Qué será lo próximo? ¿las hombreras? ¿quizás esos tejanos sobaqueros desteñidos que hacían culo de pera? Todo esto me preocupa. Impresionada aún por esa hipotética visión, hablé con mi amiga Lorena sobre el tema y me dijo " No te preocupes, si hemos vuelto a ponernos mallas ( porque no nos engañemos, lo que ahora llamamos leggins son las mallas-láster de toda la vida) acabaremos aceptando el body". Sus palabras me hicieron reflexionar. Tenía razón. En este sentido somos parte de una masa amorfa que nos deja sin criterio. La moda se impone hasta el punto de no saber diferenciar entre lo que nos gusta per se y lo que simplemente nos acaba gustando porque es lo que se lleva. De hecho, ésta es la única explicación que encuentro para algunos estilismos.

De todas formas no hablaré muy alto, no sea que donde dige digo diga Diego y me tenga que tragar mis palabras. Y es que intuyo que cualquier día de estos me presentaré en la oficina en mallas y body morcillero con hombreras, que aunque es poco favorecedor está de moda, que es lo importante porque yo ante todo, soy moderna.

domingo, 25 de abril de 2010

Entre el jarrón y la estantería

Hasta que la volvimos a colgar en el salón dormía olvidada en un cajón . De vez en cuando lo abría y la miraba, sentía que me calmaba el alma. Me evocaba sentimientos distintos y contrarios, a veces melancolía porque añoraba lo pasado y otras tantas una falsa ilusión inventada que me hacía creer que si me concentraba en ella podría revivir aquel momento. Además de un instante, aquella vieja foto también había atrapado mi capacidad de ser feliz.

Pero con el tiempo se volvió borrosa. Veía cómo las figuras se desdibujaban, quizás por todas esas lágrimas que habían ido absorviendo. Un día al abrir el cajón noté que lo hacía de un modo distinto, con indiferencia y más por impulso que por voluntad propia. Al mirarla me di cuenta de que había cambiado. Ya no estabas. Pero me daba igual porque la nueva foto era mucho mejor. Al menos en ella volvía a sonreir.


La rescaté del cajón y le quité el polvo que la custodiaba. Decidimos colgarla entre el jarrón que nos regaló mi tía y nuestra nueva estantería donde él guardaría sus CD´s y yo mis libros, pero antes teníamos que dejar que secara la pintura.

jueves, 22 de abril de 2010

¿Y si mañana llueve?


¿ Y si mañana llueve? ¿ y por qué iba a hacerlo? Seguro que saldrá el sol y será radiante, resplandeciente, enorme, enérgico , magnético y nos obligará inexorablemente a salir a la calle y disfrutar de la vida. Y si mañana llueve, que llueva. Qué más da, sé que detrás de las nubes está el sol esperando.