jueves, 1 de septiembre de 2011

La playa en agosto ¿relajante o desquiciante?

imagen de flick


La semana pasada volví de vacaciones. Estuve unos días en la playa. La playa en Agosto es La Ciudad sin Ley. Absolutamente caótica y agobiante. Y todo parece estar justificado con tal de encontrar un trozo de playa "toallizable".

 Os aclaro el término Toallizable. Dícese del trozo de playa en el que podemos poner la toalla. Obvio. No obstante, el hecho de que quepa no quiere decir que se deba hacer. Es decir, si al estirarte puedes rascarle la coronilla con los dedos del pie a la persona que tienes abajo o has de dejar las chanclas en vertical porque horizontalmente invaden las toallas aledañas, sería recomendable buscar otro sitio. 

Desgraciadamente a estas alturas del año estamos ávidos de sol y playa y el espacio vital del vecino nos importa más bien poco. No os extrañe que en breve inventen la toalla litera para poder aumentar el aforo. 

Cuando al fin consigues un hueco donde acomodar tus posaderas, empieza la aventura. Si tu intención es descansar y relajarte ¡lo llevas claro!

Te tumbas dispuesta a broncear tu cuerpo más por obligación que por ganas (si no tienes algo de color en pleno agosto la gente te mira con cierto desprecio) y con ganas de relajarte; pero en pocos segundos alguien pasa corriendo por tu lado, te saca de tu letargo y te reboza de arena. Fantástico. Intentas sacudirla pero es inútil, se ha hecho una masa intratable al contacto con la crema y el sudor.

Quizás es el momento de darse un baño.Vislumbras el mar en el horizonte, a lo lejos, muy, muy lejos. Es lo que tiene llegar más tarde de las 10h de la mañana, sólo encuentras sitio en 8ª línea de mar. Estaría bien que pusieran una lanzadera que llevara a los bañistas hasta el agua y evitarles así las llagas en las plantas de los pies por quemadura.

Te armas de valor y vas corriendo hasta la orilla para no abrasarte. Te paras en seco. Qué fría que está el agua. Qué fría y qué sucia. Sospecho que en breve categorizarán al pez bolsa como fauna típica mediterránea. Quizás será mejor una ducha; te replanteas lo del baño.

Entonces un simpático querubín te salpica...y te vuelve a salpicar;  ¡la madre que lo parió! La susodicha se da por aludida y advierte a su retoño; "No salpiques a la señora". Te sonríe tímidamente y te mira falsamente compungida, como mendigando tu indulto. Le devuelves cortesmente la sonrisa; "Yo te absuelvo" aunque lo que realmente te gustaría es ahogarles a los dos. -¿Señora?, cómo que señora, imbécil; podría ser tu hermana pequeña, incluso la novia pureta de tu hijo-. Llegados a este punto decides meterte en el agua, ya total...

Antes esquivas a la pareja que juega alegremente a las palas, les devuelves su pelota que acaba de impactar con tu ojo derecho, esquivas también a la señora que está estirada en la orilla exfoliándose las piernas porque es buenísimo para la piel y al nene, especulador urbánistico en potencia, que está construyendo una urbanización de adosados de arena.
 
Una vez dentro decides nadar un poco. Mientras nadas tienes que vigilar de no colisionar contra las colchonetas, patines, tablas de surf y demás objetos flotantes, lo cual no es nada fácil. Al chocar por tercera vez con un cocodrilo hinchable, desistes y regresas a la toalla. 

Intentas escuchar las olas del mar para evadirte de todo y disfrutar de su efecto sedante pero quedan remotamente lejos, son mucho más accesibles los sonidos que emite la familia que tienes a escasos metros.

Es una familia muy típica a la que he bautizado como la familia Gerundio porque el niño está constantemente berreando, la madre siempre chillando y el padre habla gritando. No hay playa que se precie que no cuente con algún ejemplar de esta familia tocapelotas.

Cuando ¡oh milagro! se callan, tu mente detecta una nueva cantinela que se incorpora a la banda sonora: los vendedores ambulantes, que por la naturaleza de su actividad no son gente discreta que digamos.

Hay que ver la de cosas que venden en la playa, eh. Empezaron con las latas y los helados y a este paso montarán un imperio. Riéte tú de Amancio.

La playa es como el nuevo concepto de centro comercial al aire libre. Con un poco de paciencia puedes hacer la compra del mes. Y digo con un poco de paciencia porque no pasan todos a la vez, sino que lo hacen por tandas y vociferando por tiempos, no sea que se cree un silencio incómodo. 

 Por si todo esto no fuera suficiente, de repente ves cómo se acerca hacia ti una amenazante sombrilla voladora, la esquivas para no morir  y te dan ganas de llorar. ¿Qué te hizo pensar que aquí estarías mejor que en casa?

Miras el reloj y sólo ha pasado una hora. ¿Hasta cuándo durará este suplicio? Vas para relajarte y te acabas desquiciando.

Os digo una cosa, el año que viene paso de playa, es demasiado mainstream; me iré a la montaña que allí las vacas no usan toalla, ni llevan sombrilla, ni juegan a palas en la orilla.

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